jueves, 5 de abril de 2018

RENOVÁNDONOS

Si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente. Efesios 4:21-23 RVR1960

El Apóstol Pablo habla reiteradas veces acerca de renovación. La primera definición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, dice: "Hacer como nuevo algo, o volverlo a su primer estado. Con base en esta definición, debemos analizar cual era nuestro primer estado, mejor dicho cual era la condición de Adán y Eva antes de desobedecer y, podemos decir, que tenían una relación perfecta con el Señor Dios. Creían todo lo que el Padre había hecho para ellos, y en la autoridad que habían recibido sobre toda la creación.

Podemos decir, y de manera lamentable, que el pecado de Adán echó por la borda toda esa relación, y no por culpa de Dios sino por la duda del hombre.
Ahora, ya que hemos oído -y creído- en Jesucristo conociéndole (yo soy la verdad y la vida), es necesario que, aquel pecado original, sea desechado en nuestras vidas.

Es el pecado, el mismo que cometieron nuestros progenitores, el que hace la diferencia entre la vida en el Espíritu y la vida en la carne. La vida en la carne, siempre nos va a cautivar porque genera experiencias sensoriales (de los sentidos) con las que vamos a sentir placeres temporales, pero placeres al fin. Nos cautiva y convence porque es la vida que hemos llevado, quizá por muchos años) y finalmente y no menos importante porque a través de esas experiencias de los sentidos, de las emociones, de los pensamientos (todo lo relacionado con la mente), el enemigo viene y nos convence de pecado.

Ahora, que nos ofrece la vida en Cristo. Lo más importante, nuevo nacimiento. Esto es ni más ni menos que nuestro espíritu que estaba muerto en delitos (desobediencia NTV) y pecados estaba irremediablemente separado del Espíritu de Dios. 
La sangre del Cordero Perfecto (Cristo Jesús), al morír en la cruz y resucitar al tercer día, nos permite acercarnos a Dios nuevamente y que Su Espíritu sea uno con el nuestro; de manera que, aquel Espíritu que estaba lejos de nosotros, ahora está, por la misericordia de Dios EN NOSOTROS, para ayudarnos, para aconsejarnos, para abogar por cada uno de los que por medio de Cristo vuelven a ser hijos del Dios Altísimo (Juan 14:26).

Ahora, es necesario que, seamos dóciles, moldeables, enseñables, y con humildad, permitamos que el Espíritu Santo cambie en nosotros todo lo que no está alineado con el Señor Jesucristo.

Solo por escuchar de Cristo, por haber creido, deberíamos, con sensatez, permitir ser re-enseñados por el Santo Espíritu.

Te invito a reflexionar sobre esto, y dejarte guiar, día a día por el Señor.
Bendiciones en Cristo.